LA HISTORIA DE AQUELLOS QUE NO PUEDEN RETROCEDER.

miércoles, 31 de marzo de 2010

El vuelo de las Valquirias.







Una tormenta de nieve azotaba las ruinas de la ciudad de un planeta perdido de la mano de la mano del Emperador, un mundo helado que nadie echaría en falta excepto sus habitantes. Pero la tormenta que provenía de la atmósfera no tenía ni punto de comparación con la tormenta bélica que se desencadenaba en su superficie. Las ciudades se encontraban en ruinas y había pocos edificios que se mantenían en pie. Si había algo que pudiese llamar la atención desde el cielo era el creciente relampagueo azul que acosaban a un determinado punto de la ciudad. Ese punto bullía de actividad y si se pudiera sentir algo, sería miedo.
La Guardia Imperial, la fuerza base del planeta bautizado como Valkiryum se habían atrincherado entre la nieve y apostado entre las ruinas de sus casas en la más desesperadas de las luchas por su planeta natal. Habían llegado de la nada, y nadie sabía por qué, pues el planeta carecía de punto estratégico alguno, es más, ni siquiera el Imperio parecía que fuera a enviar alguna ayuda a la Guardia del planeta.
Eso sería lo que verían los soldados si no fuera porque estaban encerrados en una enorme habitaciones de duracero, iluminados por una barra de luz que parpadeaba moribunda. La habitación se movía y fuera de ella, se desencadenaba el infierno. El 7º Cuerpo de Infantería de la Guardia Imperial del planeta se sujetaban firmes a las anillas que colgaban del techo con una mano, mientras que con la otra se aferraban a la única esperanza de sobrevivir: un rifle láser. El 7º Cuerpo de Infantería estaba , al igual que otros muchos cuerpos de soldados del Imperio improvisados, dentro de una de una de las naves de desembarco conocidas como Valquirias. Los soldados que se encontraban en su interior aislados de la batalla podían escuchar el rugido de los bimotores. Estas naves eran el orgullo del planeta, de las minas del pequeño y prácticamente inexistente para la mayoría del universo, planeta Valkiryum, bautizado así por eso mismo, por las cantidades ingentes que de naves Valquirias que producía el planeta para el Imperio. Los soldados, que se dedicaban a mirar el vaho que escupían por la boca por culpa del frío de su planeta natal, la matria blanca, debido a que mirases a donde mirases, había nieve. El ambiente de la caja de duracero se oscureció un segundo y se tornó rojo. El personaje más destacable, debido a su vestimenta de Comisario Imperial, rugió desde el interior de la nave. Todas las Valquirias que surcaban entre los esqueletos de los rascacielos le estaban escuchando.

- ¡Luz roja, sucios perros! ¡Estamos cerca del objetivo! ¡Recarguen armas y salid a patear esos culos flácidos alienígenas! Si de lo contrario sólo disponen de un cargador, corran detrás del que tiene el fusíl, y cuando caiga éste, toménlo y vengadlo con la Justa Ira del Dios Emperador Inmortal!


Todos los presentes miraron al comisario imperial Hiermus con la sangre hirviendo y con la adrenalina bombeando en sus cerebros. Muchos estaban deseosos de salir y entrar en combate y como grupo cantaban un himno Imperial muy conocido del planeta Valhalla. Los que no lo hacían seguramente, o eran muy veteranos, o estaban asustados. Los más jóvenes del grupo, un muchacho de 14 años, pálido con un corte pelirrojo militar , estaba leyendo como podía, al amparo de la luz roja, un libreto conocido como el Táctica Imperium, mientras que los más inexpertos y asustados (que eran los más jóvenes, y eran casi todos los presentes) intentaban escucharle con disimulo:


- "Identifica tu objetivo. Concentra en él tus disparos y olvídate de todo lo demás. Cuando lo hayas destruido, elige otro objetivo. ¡Esta es la manera de asegurar la victoria!"- leía el muchacho con voz temblorosa, interrumpido constantemente por las explosiones del exterior, y sus respectivas sacudidas.
De repente todo quedó en silencio, habían repasado sus rifles, sus chalecos anti-frags, todo. Estaban listos. Una muchacha adolescente, asustada, se acercó sólo con un cargador en la mano hacia el chico que seguía leyendo el Táctica Imperium, pero ahora en silencio.


- Sigue leyendo en voz alta, por favor.- le suplicó muy débilmente la chica.

El chico siguió leyendo, mientras ella, con una bayoneta medio rota, se cortaba todo lo que podía la melena femenina para ponerse el casco militar.

- "No golpees hasta que estés preparado para aplastar por completo al enemigo, pero entonces ataca sin piedad, destruye todo vestigio de resistencia y no dejes a nadie con vida". "Si eres fuerte, finge debilidad. Si eres débil, aparenta ser fuerte. Sea cual sea tu posición, ocúltasela al enemigo y él se desgastará combatiendo a sus propios fantasmas"


Dicho esto último, el muchacho arrebató la bayoneta a la chica, que ya había acabado con su pelo, y empezó a rajarse la cara con una expresión de horror por saber lo que se estaba haciendo a sí mismo. Todos miraban al pelirrojo. De repente, ya no había un muchacho esmirriado obligado a prestar servicio por la patria, sino un fanático lleno de cicatrices sangrantes. Teóricamente un enemigo se lo pensaría dos veces antes de enfrentarse a semejante guerrero. El Táctica Imperium es un manual que se podía emplear para que cualquiera pudiera tener una instrucción militar en momentos de emergencia como lo era este. El comisario parecía mirar al recluta anónimo, sus ojos estaban escondidos tras la visera del sombrero que otorgaba su rango, pero se le veía una media sonrisa de satisfacción.

Masha se apartó su melena rubia y se hizo una coleta. La mujer aria se encontraba en la cola de la Valquiria, fuera del baño de la luz roja. Negó con la cabeza para sí misma.

"Idiotas. Cualquiera que haya estado en una batalla antes sabría que la mayoría de los que estamos moriremos en cuanto la Valquiria nos abra sus puertas"
Masha era una habitante de Valkiryum, pero su planeta natal había sido el famosísimo mundo helado de Valhalla, y, aunque no se había alistado, ni la habían obligado a participar en la vida militar, si había estado en demasiadas batallas de guerrillas. No le obligaron, al menos no el Imperio. Fueron las ordas de orkos de su mundo congelado los que la obligaron a tomar el rifle, todo el mundo fue armado para repelerlos: mujeres, hombres, niños y niñas.
"Como ahora"
Ganaron la batalla, pero a un alto precio. Sobrevivieron pocos, pero le dieron el tiempo suficiente a los Fundidores de Hielo a hacer que el suelo de los orkos cayeran bajo sus pies. Ahí fue cuando decidió irse de su planeta natal, y no fue nada fácil, emocionalmente y en cuanto a la rígida burocracia imperial. Nadie conocía la existencia de este perdido planeta helado conocido como Valkiryum, ningún enemigo le iba a prestar atención a este copo de nieve en medio de los millones de rocas que poblaban el universo, nadie se mataría por arrebatarles esta tierra sin punto estratégico alguno, pensó cuando llegó. Podría vivir en paz y con familia mientras el imperio hacía sus cosas al margen de su vida. Se equivocó.
El aparentemente recién nacido Imperio TAU había llegado a su planeta sin previo aviso. No sabía qué querían estos grupos de diferentes alienígenas aliados, pero había algo que no encajaba, no atacaron de repente, se dejaron ver, como si avisaran de que venían. Masha sospechó que venían a negociar y que los altos cargos del planeta decidieron responderle con fuego.
"Sería lo más plausible debido a la terquedad humana"
Aunque avisaron, y gracias a esto las tropas imperiales se pudieron preparar, perdieron la batalla estrepitosamente. El Imperio TAU había comenzado la invasión al fracasar unas supuestas negociaciones, habían cortado las comunicaciones interestelares y derrotaron a la Guardia Imperial, las tropas profesionales. Ahora le tocaba el turno de la defensa a los habitantes, los civiles, a la guerra de guerrillas, algo que Masha conocía demasiado bien. Evidentemente, había sargentos y soldados supervivientes, pero la mayoría eran Escudos Blancos, es decir, reclutas, que seguramente habían sido reclutados a la fuerza en cuanto todo comenzó. Los habitantes habían sido sacados de los búnkeres, armados y obligados a marchar al frente por el comisario Hiermus, el único líder que quedaba. Los habían montado en las Valquirias para un último contraataque al enemigo. Se habían organizado rápido por Cuerpos de Guardias de Infantería, ya que no se los podía considerar Guardias Imperiales. Evidentemente, el comisario se había provisto bajo su mando directo a los Guardias veteranos supervivientes, pero se había tenido que conformar con los dos cadetes anteriormente nombrados, reclutados por la fuerza. Masha no había sido reclutada, había sido la única voluntaria. Sus hijos (trabajaban para la Gloria del Emperador, por supuesto, a pesar de ser niños) habían sido sorprendidos trabajando en las minas y pensaba crear presión para que el Imperio TAU no se fijara en ese objetivo. La Guardia Imperial se habían confiado, la guardia pensaba que nunca combatirían por ese planeta insulso, y ahora lo hacían encarnecidamente, incluso desesperados.
Eran doce, contando al comisario y al sargento de la unidad. Pero había 5 personas que destacaban, y esas eran los Guardias Imperiales que portaban enormes mochilas, casi más grandes que ellos mismo, y al lado de las mochilas se vislumbraba unos enormes cañones cilíndricos atados.
"Supongo que nosotros seremos la distracción mientras ellos montan el apoyo pesado"
La luz roja comenzó a parpadear, todos se santiguaron para con El Emperador. Masha metió en la recámara una bala en el rifle fracontirador. Había puesto tal empeño en rogar un arma en vez del cargador que le había tocado, que el comisario la violó allí mismo ante los ojos de todos y después accedió a su favor, incluso siendo generoso, dándole un arma fuera de lo normal. Mientras esto pasaba el resto siguió armándose, nadie dijo nada, nadie accedió a los gritos de ayuda de la víctima. Cualquiera que se hubiera siquiera acercado hubiera sido condenado como traidor al Imperio y ejecutado allí mismo por el comisario Hiermus.
La luz roja seguía parpadeando, todos estaban en fila, los soldados con las mochilas estaban al final de la cola para salir. El comisario pasaba revista desde al lado de la inminente salida que se iba a formar en el interior de la Valquiria. Agarraba con fuerza la anilla, y con la otra mano, un sable. Se acercó a todos, y se puso detrás de Masha, sin respetar para nada su espacio vital, restregándose por detrás, oliendo ásperamente su melena rubia. Ella sintió un asco que no había sentido jamás, pero se contuvo, tenía que hacerlo para sobrevivir. El comisario activó la radio para que le escucharan todas las tropas y empezó a gritar en el oído de Masha.
-¡Cuando se abra esa puerta quiero que abráis fuego a discreción!¡Nada de cubrirse ni arrastrarse por la nieve como cobardes!¡Nada de buscar parapeto en ninguna trinchera! ¡Quiero que corráis hacia el enemigo! ¡Quiero que vuestra prioridad sea clavar vuestras bayonetas en sus cráneos! ¡Quiero que os bañeis en sus vísceras! ¡Y no quiero que nadie vuelva, si no es como un héroe Imperial! ¡¿Lo habéis entendido sucios perros?!

-¡Señor, sí, señor!-rugieron todos, ya fuera por radio o los allí presentes.

El muchacho pelirrojo guardó el manual del Táctica Imperium en su bolsillo y se santiguó, la muchacha que le seguía aferraba su cargadorcon los nudillos blancos. Detrás de ella estaba Masha, y detrás de ella, estaban los soldados con los mochilones.
"Genial, soy la última carne de cañón", pensó mientras el comisario se alejaba de ella, no sin antes pellizcar sus partes íntimas y se ponía junto a la puerta silbato en mano.
-¡Luz verde!¡Fuego de cobertura!- anunció el piloto
-¡¡Disparando cohetes!! ¡¡Abriendo puertas!!-respondió el copiloto a la par que estos eran disparados por la Valquiria hacia un enemigo que los soldados no veían
Masha le habló a la chica que tenía delante de ella, que miraba el cargador con pánico. Su pelo recién cortado seguía bajo sus pies.
-No dudes, en cuanto se abra la puerta, ¡sal! Aunque creas que estas segura aquí, va a ser el principal objetivo del enemigo. Volará por los aires en segundos.
No respondió, no parpadeaba, su mano temblaba mirando el cargador.
La puerta de duracero se deslizó lateralmente y la luz resplandecida en la nieve los cegó a todos.
-¡Adelante!¡Sin piedad!-acto seguido el Comisario hizo sonar el silbato.
-¡Por el Imperio!-gritaron los Guardias saltando del vehículo de asalto.
Fueron saludados por un fuego de líneas azules, que aparecía de la ventisca. Los primeros cinco soldados cayeron abatidos, mientras los otros saltaban a correr hacia la ventisca de donde provenía el fuego enemigo. El chico pelirrojo salió corriendo detrás de su sargento, y Masha detrás de él. El frío le caló hasta los huesos, intentó ubicarse entre el fuego enemigo, pero no sabía de donde venía entre tanta nieve cayendo. Lo único que veía eran todas las Valquirias aterrizando de forma masiva y aleatoria sobre el campo de batalla, desplegando sus unidades.
-¡Todos fuera!-gritó el piloto.
Masha miró a la Valquiria de la que acababan de salir.
"¿Por qué sigue la nave ahí? Hemos salido todos..."
La muchacha del cargador seguía dentro, con la mirada perdida, negando con la cabeza.
-¡Sal!¡Sal de la puta nave maldita zorra!¡Vamos a volar por los aire si no salimos de...!
Un turboláser azul muy grueso impactó de lleno en la nave aterrizada, los cuerpos del interior saltaron por los aires entre fuego y metralla. La nave se derretía en el fuego como si fuera mantequilla.
"Se lo dije", pensó cínicamente Masha mientras se ponía el rifle al hombro.
El comisario rió cascadamente.
-¡Todos al frente! ¡Cargad! -gritó señalando con el sable hacia el lugar de donde provenían de frente los disparos azulados del enemigo.
Todos gritaron y corrieron. Masha corrió detrás de su sargento, un hombre rapado que corría con fuerza con un sable en la mano.
"Sin duda, todo un veterano"
Cuando dejaron atrás al comisario el sargento gritó a lo que quedaba del 7º Cuerpo de la Guardia de Infantería Provisional.
- ¡Olvidad lo que ha dicho el comisario! ¡Nada de cargar al enemigo, seguid corriendo, bajad la cabeza, dentró de unos metros debe haber una trinchera en la nieve!
-¡¿Una trinchera?! ¡Pero estará ocupada por el enemigo que nos está disparando!-dijo el muchacho pelirrojo, con la cara sangrante aún por los cortes que se había hecho para aparentar lo que no era.
-No, y si lo han hecho son pocos. Nuestros Basiliscos están bombardeando el área que hay delante de la trinchera. Si han llegado han sido en pedacitos.
Los Basiliscos eran unas piezas de artillería móviles con una potencia de fuego pesada.
-¡Pero señor, eso es contradecir la orden de carga del comisario!
-¡Tranquilo cadete, lo haremos! ¡Pero no de una manera tan suicida, maldita sea!
Cuando todos los Guardias Imperiales desembarcaron de las Valquirias corrieron hasta perderse en la ventisca, encontrándose con otra tormenta: una batalla.

1 comentario:

  1. Es un mundo más duro y terrible de lo que imaginaba. Me ha sorprendido verte escribir así, pero es genial igualmente

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